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ANÁLISIS DE INDICADORES DE
ALIMENTACIÓN SALUDABLE:
ESTUDIO DE CASO EN PÍLLARO Y
AMBATO
HEALTHY EATING INDEX ANALYSIS: AMBATO AND PILLARO
CASE OF STUDY
Recibido: 05/04/2020 - Aceptado: 25/05/2021
Christian Franco Crespo
Docente de la Universidad Técnica de Ambato
Ambato - Ecuador
Doctor en el programa de Economía Agraria, Alimentaria y
de Recursos Naturales
Universidad Politécnica de Madrid
franco.crespo.ec@gmail.com
http://orcid.org/0000-0002-4818-4350
Landy Lozada Guevara
Ingeniera en Alimentos por la Universidad Técnica de Ambato
Ambato - Ecuador
landyfer96@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4896-4517
Sandra Baldeón Báez
Doctorante en Educación por la Universidad Autónoma de Madrid
Madrid - España
ing.sandra.baldeon@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3195-5750
Cómo citar este artículo:
Franco, C., Lozada, L., & Baldeón, S. (Julio - diciembre de 2021).
Análisis de indicadores de alimentación saludable: estudio de
caso en Píllaro y Ambato. Sathiri (16)2, 144-156. https://doi.
org/10.32645/13906925.1079
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ALIMENTACIÓN SALUDABLE:
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Resumen
El presente estudio tuvo como objetivo analizar comparativamente la dieta alimentaria de familias
del sector urbano y rural de los cantones Ambato y Píllaro, respectivamente, mediante la aplicación
de indicadores de alimentación saludable. La población de estudio para la zona rural fue de 56
agricultores de las parroquias que conforman parte del proyecto de Escuelas Agroecológicas, en
el cantón Píllaro, mientras que para la zona urbana se estableció una población de 220 individuos
mayores de edad residentes en Ambato. Los resultados alcanzados indican la composición de
una dieta diversa de alimentos, especialmente frutas, verduras y hortalizas. Por otra parte, en la
zona urbana, productos como arroz, azúcar y pan presentan frecuencias de ingesta de cuatro o
más veces por semana. El conocimiento sobre agroecología por parte de los pobladores rurales
representa 71%, mientras que 75% de los individuos de la zona urbana arman conocer y tener
predisposición al consumo de productos orgánicos. Finalmente, el índice de alimentación saludable
indica que la población urbana necesita cambios en la dieta al haber alcanzado una puntuación
de 45,5, mientras que la alimentación de los agricultores, calicación, calicada con 79,5, se perla
como saludable.
Palabras claves: hábitos alimenticios, producción sostenible, evaluación nutricional, Tungurahua.
Abstract
The objective of this research was to comparatively analyze the diets of a small group of rural
and urban families in the cities of Ambato and Pillaro, respectively, by applying healthy eating
indicators. The Pillaro population analyzed was 56 farmers and 220 individuals from the Ambato
area. The ndings show the availability of a wide range of foods, and especially fruits, vegetables,
and legumes. On the other hand, in urban areas processed products such as rice, sugar, and bread
are consumed 4 or more times per week. Rural residents with knowledge of agroecology amount
to 71 percent of the population, and 75 percent of the people in the urban zone claim to consume
organic products. Finally, the Healthy Eating Index shows that the urban population may benet
from better eating habits, having reached a score of only 45.5, while the score obtained by farmers
is 79.5, which indicates a healthy diet.
Keywords: eating habits, sustainable production, evaluation nutricional, Tungurahua.
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Introducción
Para alcanzar una calidad de vida adecuada, los alimentos juegan un rol sumamente relevante, por lo
que es necesario garantizar su calidad, inocuidad, acceso y disponibilidad en todo momento (Muñoz
& Pérez, 2015). Estas dimensiones en conjunto se denen como Seguridad Alimentaria, término que
fue acuñado en la Cumbre Mundial de la Alimentación (Roma, 1996). Así, el concepto es parte de la
estructuración de la Soberanía Alimentaria, propuesto por la Vía Campesina, que deende el derecho
de los pueblos a mantener la producción de los alimentos, manteniendo su cultura y tradiciones
(Carrasco & Tejada, 2008).
Los alimentos representan instrumentos para satisfacer necesidades de energía y nutrientes,
así como determinantes para el desarrollo de la sociedad en general (García et al., 2015). Es por
esto que la Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo elevado de frutas, verduras,
legumbres, carne blanca y grasas no saturadas (WHO, 2020). Con esto se promueve el consumo
de una dieta saludable, que permita prevenir la malnutrición en toda sus formas (desnutrición o
sobrepeso), así como un intento por reducir las Enfermedades Alimentarias No Trasmisibles (HLPE,
2018).
La OMS promueve la ingesta recomendada de aproximadamente 400 g diarios de frutas y
vegetales, 50 g de carne blanca y la reducción del porcentaje de hidratos de carbono (WHO, 2020).
Por otra parte, el contenido de grasa total no debe sobrepasar el 30%, grasas saturadas el 10% y en
grasa trans el 1%, mientras que la cantidad de sal adecuada es 5 g/día (Alzate, 2019). Tomando en
consideración estas pautas, es primordial destacar que la combinación de los diferentes grupos de
alimentos permite balancear los requerimientos nutricionales de las personas (Latham, 2002).
Para alcanzar un balance alimenticio es importante denir los hábitos adecuados que
inuyen en la elección y consumo que forman parte de la dieta, estableciendo una relación con
comportamientos consientes que evolucionan a lo largo del tiempo (Oda-Montecinos et al., 2015).
Es decir, se encuentra condicionado el comportamiento a factores como el económico, el religioso
o sociocultural, en los que se desenvuelven los individuos. Además, guardan especial relación con
cambios sociales como el crecimiento demográco de la población, que condiciona en ocasiones la
manera de elegir los alimentos (Calvo, 1977).
Con la globalización, por otra parte, las cadenas de suministro ofrecen la posibilidad de
acceder a una gama más amplia de alimentos, con fechas de caducidad más prolongadas y variedad
de presentaciones (HLPE, 2018). Esta propuesta, encaminada a ofrecer productos con mayor
información para el consumidor, facilita la transición hacia un consumo más sostenible. Sin embargo,
eso no garantiza la expansión de alimentos ricos en carbohidratos y grasas; con una alta palatabilidad
y saciedad inmediata que se asocia a alimentos poco saludables (Rebollo et al., 2018). Al respecto, el
alto contenido calórico genera un desequilibrio de los hábitos alimenticios, cuyo grupo de consumo
se encuentra en niños y jóvenes que pueden establecer patrones de consumo con alto riesgo de
contraer enfermedades no alimenticias en la edad adulta (Jaramillo, 2016).
Hernández (2011) menciona que en la mayoría de los países latinoamericanos se evidencia
una transición nutricional importante, enfocada hacia la reducción del consumo de bra e hidratos
de carbono complejos, para sustituirlos con alimentos ricos en grasas, azúcar y sal. Este cambio se ve
acelerado por la elevada tasa de urbanización, brechas sociales y económicas, que son detonantes
para la modicación de la conducta alimentaria. Por lo que, resulta más conveniente adquirir alimentos
de alta saciedad a menor precio que productos saludables con baja palatabilidad (Rivera, 2020).
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Los efectos provocados por una alimentación con alto contenido calórico, y bajo contenido
nutricional puede dar paso a la malnutrición, a la cual se le atribuye como uno de los factores que
contribuyen a la morbilidad a nivel mundial (Fonseca González et al., 2020). El precio es un factor que
facilita el acceso a este tipo de alimentos, mientras que el costo de productos más saludables, como
verduras y frutas, ha ido en aumento con el pasar de los años (Espinosa & Marrodán Serrano, 2017).
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2018), en Ecuador el 29,2% de la
población excede el límite de ingesta de carbohidratos. La prevalencia de consumo es mucho más
evidente en el sector de la población más pobre (44,9%), en comparación con aquellas personas con
mayores ingresos (15,1%). Por otra parte, los grupos que presentan alta prevalencia en el consumo
inadecuado, tanto de proteína como hierro, son grupos indígenas de las zonas rurales. No obstante,
el consumo de grasa es más elevado en zonas urbanas, mientras que la ingesta promedio de fruta y
vegetales no cumple con las recomendaciones que establece la OMS (Freire et al., 2013).
Por lo mencionado, este estudio tiene como propósito analizar las diferencias de alimentación
entre las zonas urbana y rural, conforme la disponibilidad de alimentos y los hábitos alimenticios. Para
lo cual, el objetivo es analizar comparativamente el consumo de alimentos de la población, mediante
la aplicación de indicadores de alimentación saludable en las zonas de Píllaro y Ambato. Con ello se
pretende evaluar el contenido nutritivo de las dietas alimentarias mediante la metodología HEI-2010
(Healthy Eating Index) o índice de alimentación saludable.
Materiales y métodos
El presente estudio se establece como de tipo transversal, observacional-descriptivo, lo que permite
detallar y analizar de manera crítica el fenómeno estudiado a través de la medición de uno o
más de sus atributos. Se aplica un análisis mixto, por el enfoque cuantitativo y cualitativo de los
factores socioeconómicos y de consumo de alimentos. Además, considera para el análisis de las
dietas alimentarias, la aplicación de un instrumento tipo encuesta aplicada en los sectores urbano
y rural, para identicar los factores y tipo de alimentación. Para delimitar el estudio se considera el
sector urbano denido por la población del cantón Ambato, y una población rural perteneciente a la
parroquia San Andrés, del cantón Píllaro.
Para evaluar la frecuencia de ingesta, así como el comportamiento alimentario se diseñó
y aplicó un cuestionario de frecuencia de consumo (CFC). El instrumento consta de 13 preguntas
abiertas y cerradas. En el levantamiento de información en la población de estudio del cantón Píllaro,
se utilizó un formulario con preguntas abiertas y cerradas (FPAC). Este formulario fue diseñado y
validado por la Fundación CESA (Central de Servicios Agrícolas). Las secciones del formulario se
enfocan en factores socioeconómicos, productivos, autoconsumo, características de la producción y
actividades extra de la nca.
Para el levantamiento de información en la zona de Ambato se denió una muestra de 220
individuos. Para la delimitación, se estableció una aplicación del instrumento al azar, indistintamente
de su nivel de instrucción y género, para lo cual se empleó una base de datos de personas con
residencia en la zona urbana. La información recabada del CFC se obtuvo mediante la toma de muestra
de tipo aleatoria no probabilística, por medio de la plataforma de encuestas de Google. Mientras que
la recopilación de información del FPAC se desarrolló entre los meses de septiembre y noviembre del
2019. De las respuestas obtenidas se descartaron aquellas encuestas con inconsistencias.
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Por otra parte, para la población de estudio del cantón Píllaro, se generó una validación
y depuración de las encuestas realizadas de acuerdo al proceso metodológico de la Fundación
CESA. De tal forma que se analizó a una población de 78 agricultores que conforman parte de las
Escuelas Agroecológicas del Proyecto LAIF (Facilidad de Inversión en América Latina). Las encuestas
válidas sumaron 56, del total ubicados en las parroquias de San Andrés y Presidente Urbina. Para
la consolidación de las bases de datos de análisis se tabularon mediante el programa Excel MS, en
el cual se determinaron en las columnas las variables y en las las el número de casos obtenidos
para cada grupo por medio de las encuestas. Finalmente, se procedió a realizar una depuración que
generó el número total de encuestas ya mencionadas.
Evaluación por medio del indicador de alimentación saludable. Para evaluar el contenido
nutritivo de las dietas se aplicó un cuestionario basado en la metodología HEI-2010 (Healthy Eating
Index) o índice de alimentación saludable. El HEI analiza cuantitativamente la calidad de la dieta y
cómo se alinean diferentes grupos de alimentos a las recomendaciones clave de las pautas dietéticas.
Consta de un rango que va de 0 a 100, basado en doce componente individuales (Gil et al., 2015).
El índice de alimentación saludable está conformado por 12 componentes, los ocho primeros
grupos están conformados por frutas, vegetales, leguminosas, granos, lácteos, proteína, productos
del mar, aceites y grasas saturadas. Mientras que los cuatro componentes restantes representan
el grupo de alimentos de consumo moderado en los que se engloban aceites y grasas saturadas,
granos renados, contenido de sodio y calorías vacías.
Los componentes de fruta total, fruta entera, vegetales totales, cereales y leguminosas,
proteína total, productos del mar y proteína vegetal se ponderan entre 0 y 5. Los componentes
de granos enteros, lácteos, aceites y/o grasas saturadas, granos renados y contenido de sodio se
ponderan entre 0 y 10. Por último, la calorías vacías tiene una valoración comprendida entre 0 y 20
(Norte & Ortiz, 2011).
El HEI-2010 propone una valoración cualitativa, en la que se establece que es “saludable”,
cuando el puntaje alcanza una ponderación de 80 o más, se considera “poco saludable” cuando la
ponderación se encuentre entre 50 y 80. Y una necesidad de “cambio en la dieta”, cuando alcanza un
valor entre 5 y 50 (USDA, 2018).
En el caso del cantón Ambato, el criterio de puntuación para los 12 componentes se
categoriza de acuerdo a la frecuencia de consumo. Para Píllaro, se procedió a modicar el criterio de
puntuación de acuerdo con la información facilitada por los productores, que se basa en la variedad
de alimentos que cada uno siembra en sus parcelas de tierra y que son destinadas al autoconsumo
de sus familias. Se observaron cinco categorías de puntuación de acuerdo con el porcentaje de
producción destinada al autoconsumo.
Análisis de información. La información recabada fue tabulada mediante análisis estadístico
descriptivo, a través del programa estadístico de Microsoft Excel. Para el análisis de datos se consideró
una caracterización de la muestra, identicando los factores socioeconómicos para cada grupo
analizado. Para la determinación del HEI se establece una ponderación de acuerdo con los niveles de
diversicación de consumo de los alimentos para el sector urbano y rural. El tratamiento de los datos
se plantea de acuerdo a los grupos alimentarios (ver Tabla 1).
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Tabla 1.
Denición de variables de estudio
Resultados y discusión
El presente estudio tiene como propósito analizar comparativamente el consumo de alimentos de la
población, mediante la aplicación de indicadores de alimentación saludable en las zonas de Píllaro y
Ambato. Por este motivo, se parte de un análisis descriptivo de la muestra en cada zona de estudio.
En la Tabla 2 se presentan las características socioeconómicas y de consumo para el caso de Ambato.
Tabla 2.
Características de la población de estudio del cantón Ambato
En la Tabla 2 se presenta la caracterización del nivel socioeconómico y del consumo de
alimentos para la población urbana. Respecto al consumo, resalta que el 52% de población ingiere
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alimentos de 2 a 3 veces al día (desayuno, almuerzo y merienda). Un 46% lo hace de 4 a 5 veces, lo
cual indica que los individuos ingieren porciones de alimentos como aperitivos entre las comidas
principales. Los resultados obtenidos son congruentes con las conclusiones alcanzadas por Salvador
et al. (2015), en donde menciona que en familias de zonas urbanas la ingesta de alimentos al día,
por lo general, se encuentra en un rango de entre 3 a 5 veces al día, siendo las fuentes de proteína
las de mayor presencia en las dietas. Resalta que el 75% declara tener información de productos
orgánicos. Sin embargo, el 41% prepara sus alimentos por guisos o salteados, así como el 28% indica
que son fritos, estableciendo que el 26% realiza sus alimentos bajo una cocción al vapor y asados o
a la plancha.
Por otra parte, si bien el nivel de instrucción de los individuos evaluados puede ser un
condicionante en el criterio de elección de los alimentos en cuanto a precio y calidad, no es garantía
de una buena alimentación. Así también, la composición de la muestra representa una valoración
similar, tanto para hombres (55%) como mujeres (45%). Así también se observa que la edad se
concentra entre los 21 y 39 años (75%). El nivel de instrucción es mayoritariamente universitaria
(84%), siendo solo el 2% que declara educación primaria y 13% educación secundaria.
Para el análisis de las características de la población rural se plantea la siguiente tabla. Se
debe indicar que en este caso se añade la identicación de factores de producción, considerando la
disponibilidad de los alimentos provistas por la producción en explotaciones de subsistencia.
Tabla 3.
Características de la población de estudio del cantón Píllaro
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La Tabla 3, por otra parte, presenta que un 79% de los hogares se conforman entre 2 y
5 personas, con una importante participación del género femenino. Se resalta que el 76% de los
agricultores son dueños de la tierra, mientras un 24% arrienda. La principal fuente de ingreso proviene
de la actividad agropecuaria. Las encuestas fueron obtenidas en las parroquias de Presidente Urbina
y San Andrés en el cantón Píllaro.
La producción de los diversos alimentos está ligada a la ubicación y características
ambientales. De acuerdo con los resultados obtenidos, se observa que las familias entrevistadas
cultivan 32 especies vegetales, predominando las hortalizas, seguido de frutas, ocho cereales y
legumbres. Adicionalmente, está la crianza de especies menores (aves de corral, cuyes, conejos), así
como ganado vacuno y porcino. Para el caso de Píllaro, la información recolectada demuestra que el
40% de los agricultores tiene una alta diversidad de alimentos. Se desprende, por lo tanto, que existe
autoconsumo de la producción por parte de cada familia entrevistada.
Análisis del consumo de alimentos de la zona urbana y rural. Para el análisis del consumo
de alimentos entre zonas se considera la diversicación de la dieta. Así también, se ha considerado
la calidad nutricional que aportan; en función de esto, se procedió a clasicarlos en los siguientes
grupos: frutas, hortalizas, cereales, proteína y productos procesados.
Figura 1. Descripción de diversidad de consumo de alimentos por zona
De acuerdo a los resultados obtenidos, en la Figura 1 se presenta la comparación de los
resultados por diversidad de consumo de alimentos, asignado por grupos. El consumo de verduras,
frutas y lácteos es mayor en la muestra analizada del cantón Píllaro (rural), versus lo observado en
Ambato (urbano). Así también, en la zona rural, la mora (16%) y el babaco (11%) son las frutas con
mayor porcentaje de cultivo.
El consumo de alimentos procesados, cereales y proteína animal es mayor para el caso del
sector urbano. También se detalla que en la zona urbana el consumo de cebolla (89%), especias (88%),
tomate (87%), papa (86%) y zanahoria (82%) es elevado. Datos que concuerdan con lo mostrado por
Freire et al., ( 2013), donde mencionan que efectivamente el consumo de verduras y hortalizas suelen
ser frecuentes en zonas urbanas de las principales ciudades de la sierra norte y central.
Por otra parte, en la zona rural, el consumo de tomate es de un 13%, mientras que la cebolla
con 29% y la papa con un 76%, que es importante de destacar debido a que la papa es uno de los
cultivo más representativo del cantón Píllaro, y representa la base de la alimentación de las familias, a
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pesar de la inundación de arroz blanco renado en las dietas (Gross et al., 2016). Se destaca el hecho
de la existencia de una gran diversidad de hortalizas, y a pesar de que no todos los productores
cosechen las mismas especies, puede darse un intercambio de alimentos entre agricultores para
suplir la falta de uno u otro producto.
Esta relevante existencia de una gama variada de hortalizas presentes en las dietas rurales,
deja ver el gran potencial agrícola del cantón Píllaro (GADMP, 2015). Por las características climáticas
y pisos altitudinales, esta zona brinda la posibilidad de tener varias especies de cultivo en una misma
zona. Teniendo en cuenta que la diversidad vegetal permite ampliar las dietas campesinas, así lo
menciona la CLAC (2016) (Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores y
Trabajadores de Comercio Justo). No obstante, la mayor parte de los productores (42%) se concentra
en la baja diversicación, caracterizada por ser monótona, por lo que la disponibilidad de alimento
decrece y se ven obligados a adquirir alimentos en centros de comercio.
Para el consumo de lácteos se observa que, en el caso de la zona urbana, las personas se
inclinan por el consumo de queso fresco (53%) y yogurt (50%), en la zona rural la leche (68%) es el
producto lácteo de mayor presencia en la dieta. No obstante, esa diferencia de porcentaje en el
consumo de leche entre las dos zonas puede estar ligada a la preferencia o bien al estado de salud
(intolerancia a la lactosa) de las personas de la zona urbana. En el caso de Píllaro, resalta el consumo
de queso, mantequilla y yogurt, elaborados por los propios productores. Sin embargo, no todos se
dedican a la manufactura de estos alimentos, por lo que su consumo se limita a un mínimo grupo de
personas.
El consumo de proteína se presenta en un 82% para la carne de pollo, seguido de carnes
como la de res (75%) y cerdo (66%), siendo estas la principal fuente de proteína animal. En la zona
rural, la carne de cuy y cerdo son las más consumidas, seguido de un 32% de la carne de pollo y
un mínimo porcentaje de carne de conejo (5%). Para el caso de proteína animal (carne de vacuno),
se observa que los niveles no se reportan, principalmente porque su consumo es ocasional, por
aspectos económicos y culturales de consumo, lo cual se establece en un alimento esporádico.
Los cereales más consumidos en la zona urbana son el arroz (88%), avena (55%) y maíz
(53%). También se encuentran lentejas, arvejas, frejol y habas, las cuales sirven de acompañamiento
en platillos y se intercalan dentro de la preparación. Freire et al. ( 2013) efectivamente mencionan
que el arroz es el cereal más difundido en el territorio ecuatoriano y cuyo aporte energético es del
32,85%. En la zona rural, alrededor del 47% de los productores posee maíz, alimento caracterizado
por su versatilidad, además de ser el segundo cultivo transitorio más producido, con 16 749 Tm/
año, según la Encuesta de Supercie y Producción Agropecuaria Continua (INEC, 2016). También se
destaca la presencia de habas y fréjol que pueden ser tomados como sustitos parciales del arroz, así
como la presencia de la quinua cuyo valor nutritivo es elevado, pero con muy poca difusión.
Un 78% de la población urbana consume azúcar, seguido de pan (68%), deos (50%),
enlatados (34%) y conservas (33%). Las ingestas de productos procesados suelen estar ligadas a la
accesibilidad y disponibilidad que tienen estos alimentos en el medio, a eso se suma el precio y la
saciedad inmediata que brindan (Salvador et al., 2015). En el caso de la zona rural se observa que
existe un consumo reducir de productos procesados y ultraprocesados. Sin embargo, esto no signica
que los individuos no adquieran productos procesados en tiendas o mercados, pero posiblemente la
frecuencia de consumo sea menor que en la zona urbana, porque, así como lo menciona Gross et al.
(2016), muchos de ellos aún conservan formas tradicionales de consumir alimentos de sus parcelas.
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Evaluación del índice de alimentación saludable o HEI. De acuerdo a los resultados obtenidos,
en la Tabla 4 se presentan los resultados de la valoración del índice de alimentación saludable. Se
evaluó para granos enteros el consumo de maíz (choclo, mote, cauca) y avena, en el grupo de lácteos
se consideró leche entera, yogurt y queso fresco, que fueron los productos que presentaron mejor
resultados en el cuestionario.
Tabla 4.
Evaluación del índice de alimentación saludable de la zona urbana y rural.
Para mostrar estos resultad, en la Figura 2 se presentan los grupos moderados y adecuados
por separado. Para el grupo de grasas saturadas no se contaba con información especíca; sin
embargo, se estableció una relación con el porcentaje de consumo de alimentos fritos, para granos
renados se tomó de referencia al arroz, debido a que se perla como el cereal más consumido; en
cuanto a cantidad de sal ingerida, se consideró que en la mayoría de los hogares su frecuencia de
consumo es diaria. La proteína vegetal se evaluó en base a la ingesta de fréjol y habas, mientras que
en las calorías vacías se tomó de referencia al azúcar y pan.
Figura 2. Resultados de la evaluación mediante índice de alimentación saludable. (a) Valoración de adecuado. (b) Valoración de moderado.
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El valor obtenido para la zona urbana fue de 45,5, que entra en la tercera categoría de
calicación según la USDA, que indica que los individuos necesitan cambios en la dieta. Es importante
recalcar que es un método de evaluación cualitativo y, por lo tanto, tiene una visión muy general
acerca de la población de estudio, ya que puede haber personas con muy buena alimentación y otras
con hábitos no tan saludables. Por otra parte, en la zona rural el puntaje alcanzado fue 79,9, lo que
se considera como un 80 y que perla a la alimentación como saludable, según las categorías de la
USDA (ver Figuras 2a y 2b).
Es interesante destacar que existe consistencia en varios estudios sobre alimentación,
donde, por lo general, los alimentos más críticos de consumos suelen ser las frutas, vegetales y
cereales integrales, aunque este no es el caso, porque la puntuación obtenida en ambas zonas es
considerablemente alta. Sin embargo, los datos de consumo de productos procesados encajan con
los descritos por Ratner et al., (2017), que indican la prevalencia en el consumo de alimentos ricos
en grasas, calorías vacías y sodio, lo que reeja un problema transversal, sobre todo en la población
urbana, donde la situación se vuelve más crítica, especialmente en grupos etarios más jóvenes, por
la falta de tiempo, jornadas de estudio o laboral prolongadas que generan una dicultad en el acceso
a alimentos saludables.
Conclusiones
La alimentación es un fenómeno social complejo que se construye con base en diversas dinámicas.
A lo largo de esta investigación, se ha podido observar que factores como la edad, género, número
de miembros familiares, disponibilidad y variedad de alimentos e incluso la posición geográca de
los individuos, condiciona la forma de construir sus hábitos alimenticios. En el caso de las familias
de la zona rural, se evidencia que efectivamente la diversicación de cultivos en sus parcelas genera
una mayor disponibilidad de alimentos para el autoconsumo, lo cual marca la diferencia en la
composición de las dietas frente a la zona urbana. Por otra parte, las familias de la zona urbana de
Ambato mantienen una dieta basada en el stock de alimentos que se encuentran en los diferentes
tipos de establecimientos (supermercados, mercados, tiendas). En este caso, intervienen factores
como precio y cantidad ofertada, ya que determinan las prioridades y necesidades a satisfacer en los
individuos.
Finalmente, el uso de indicadores, como el HEI-2010, permite evaluar de forma subjetiva
aspectos tan complejos como la composición de una dieta, que dan una perspectiva más clara sobre
el papel que juegan los alimentos. La combinación en cantidades adecuadas de los diversos grupos
de alimentos permite obtener puntajes altos y perlar a la alimentación como saludable. Sin embargo,
el exceso o deciencia en uno de los componentes genera puntajes bajos, y como consecuencia la
reestructuración de la dieta por considerarse poco adecuada, como es el caso de zona urbana, en
el que se obtuvo un valor de 49, 5, de lo que se concluye que es necesario reducir el consumo de
calorías vacías, sal y granos renados.
ANÁLISIS DE INDICADORES DE
ALIMENTACIÓN SALUDABLE:
ESTUDIO DE CASO EN PÍLLARO Y
AMBATO
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Cómo citar este artículo:
Franco, C., Lozada, L., & Baldeón, S. (Julio - diciembre de 2021). Análisis de indicadores de alimentación saludable: estudio de caso en Píllaro y Ambato. Sathiri (16)2, 144-156. https://doi.
org/10.32645/13906925.1079
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