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MONEDAS SOCIALES EN LA
ECONOMÍA ECUATORIANA:
FUNDAMENTOS Y ANÁLISIS DE SU
PERTINENCIA EN EL CONTEXTO
ACTUAL
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Cómo citar este artículo:
Oñate, C., & Aucancela, J. (Enero - Junio de 2022). Monedas sociales en la economía ecuatoriana: fundamentos y análisis de su pertinencia en el contexto actual. Sathiri (18)1, 25-44.
https://doi.org/10.32645/13906925.1189
MONEDAS SOCIALES EN LA ECONOMÍA
ECUATORIANA: FUNDAMENTOS Y
ANÁLISIS DE SU PERTINENCIA EN EL
CONTEXTO ACTUAL
SOCIAL CURRENCIES IN THE ECUADORIAN ECONOMY:
FUNDAMENTALS AND ANALYSIS OF ITS IMPORTANCE AT THE
GLOBAL CONTEXT
Recibido: 10/02/2022 - Aceptado: 11/01/2023
Carlos Andrés Oñate Paredes
Doctor en Economía Aplicada - Universidad de São Paulo, Brasil
Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
carlos.onate@uasb.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-2865-5645
José Carlos Aucancela López
Ingeniero Agropecuario - Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE
Técnico consultor independiente
jocaucancela@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4224-3057
Cómo citar este artículo:
Oñate, C., & Aucancela, J. (Enero - Junio de 2022). Monedas sociales
en la economía ecuatoriana: fundamentos y análisis de su
pertinencia en el contexto actual. Sathiri (18)1, 25-44. https://
doi.org/10.32645/13906925.1189
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https://doi.org/10.32645/13906925.1189
Resumen
Las monedas sociales son medios de pago alternativos de bienes y servicios, utilizadas especialmente
como herramientas de apoyo a los más vulnerables. Dichos sistemas han sido implementados
alrededor del mundo, incluyendo varios países de Latinoamérica, entre ellos, Ecuador. Dado que
su enfoque busca dinamizar economías locales mediante la inyección de liquidez, la investigación
y análisis de esta tecnología de índole monetario toma relevancia dentro del contexto de una
economía con altos índices de desempleo, pobreza y bajo un régimen dolarizado, como es el
caso ecuatoriano. El objetivo de la presente investigación es analizar los factores que determinan
la circulación de monedas sociales en Ecuador, para lo cual se inició con la descripción de su
funcionamiento desde la ciencia económica, seguido de una amplia revisión de sus procesos y
experiencias en el país y región. Los resultados indican que, la actual normativa monetaria nacional
es un factor que ha limitado la circulación de la moneda social, prohibiendo y penando su uso;
este aspecto podría ser una de las causas del bajo número de beneciarios de los sistemas
implementados en Ecuador, número que es aún menos signicativo si se compara con la posible
demanda de usuarios de estos instrumentos a nivel país.
Palabras clave: Moneda social, Economía Popular y Solidaria, Desarrollo Local.
Abstract
Social currencies are alternative monetary payment tools, which are used to help the most
vulnerable populations in several countries around the world, including Latin-America and Ecuador.
Considering that its approach seeks to activate local economies through injecting liquidity, the
investigation and analysis of this monetary technology takes relevance in the context of an economy
with high rates of unemployment, poverty and under a dollarized regime as the Ecuadorian. The
main objective of this research is to analyze the factors that determine the circulation of social
currencies in Ecuador; for that purpose, this paper initiates with the description of its operation
from economic science, followed by a broad review of its process and experience within Ecuador
and Latin-American region. The results indicate that the current national monetary regulations are
factors that have limited the circulation of social currency, prohibiting and punishing its use. This
aspect could be one of the causes of the low number of beneciaries of the systems implemented
in Ecuador, a number that is even less signicant when compared to the possible demand of users
of these instruments at the country level.
Keywords: Social currency, Solidarity and Popular Economy, Local Development.
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ECONOMÍA ECUATORIANA:
FUNDAMENTOS Y ANÁLISIS DE SU
PERTINENCIA EN EL CONTEXTO
ACTUAL
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https://doi.org/10.32645/13906925.1189
Introducción
La “moneda social” o moneda complementaria es un instrumento económico que facilita
la cooperación de las comunidades donde se implementa, impulsa el desarrollo empresarial y por
ende activa el mercado local (Amoroso y Roldán, 2019). De acuerdo con Blanc y Lakócai (2020), la
moneda social no es un fenómeno nuevo, existiendo desde los años treinta, dentro del contexto
de la gran depresión. Según los mismos autores, desde inicio de los años ochenta, las monedas
locales reaparecieron de varias formas, a partir de las iniciativas de gobiernos seccionales, o
como resultados de la organización de la sociedad civil. Ya en la década de los noventa, surgieron
esquemas de monedas locales respaldadas en una reserva equivalente a la moneda nacional y
convertibilidad limitada a ciertos miembros; ejemplos de dichos casos son el Banco Palmas en
Brasil, las monedas alemanas “Regio”, los BerkShares en los Estados Unidos, o el Bristol Pound en
Inglaterra.
El estudio de Seyfang y Longhurst (2013) muestra la diseminación geográca de la moneda
social; dichos autores arman haber identicado 3.418 proyectos distribuidos en 23 países y seis
continentes, y que fueron clasicados en cuatro tipos de modalidades: i) servicios de créditos
(que incluye a los bancos de tiempo), ii) intercambio mutuo, iii) monedas locales, y, iv) trueques. A
pesar de las particularidades de cada sistema, en todos funciona el concepto de moneda social
como alternativa a la moneda de curso regular del país y a los sistemas nancieros tradicionales.
Según los mismos autores, dentro de América Latina existen cuatro grandes esquemas de
monedas comunitarias: 3 sistemas de trueque (Tlaloc en México, Trueque en Argentina y Trueke
en Venezuela), y un sistema de banca comunal (Banco Palmas en Brasil). No obstante, Amoroso
y Roldán (2019) señalan que además del Tlaloc y Banco Palmas, existe el UDIS como sistema
monetario alternativo (SMC) que actualmente opera en Costa Rica y El Salvador. Por su parte, Rigo
y Ventura (2019) identican otros seis bancos de desarrollo comunitarios (BCD) en Brasil, ubicados
en cinco diferentes Estados de ese país.
Más allá de los esquemas de moneda social ya citados, la literatura presenta algunas
experiencias que migraron a entornos digitales, las cuales podrían ser consideradas como una
especie de ntech social (Cernev y Diniz, 2020). Entre dichos estudios se encuentran Cernev y
Proença (2015), quienes relatan la experiencia de Mumbuca, que fue la primera moneda social
digital implementada en Brasil; Pardo (2020), quien detalla las características de MonedaPAR, una
moneda social con tecnología similar a las criptomonedas tradicionales; y Cernev y Diniz (2020),
quienes además de narrar la historia de la moneda Palmas (originaria del Banco Palmas), enfocan
su texto en la iniciativa E-Dinheiro, que es la versión digital de dicho estudio de caso, y cuya
operatividad, a pesar de basarse en tecnologías de redes de telefonía celular, no ha perdido de
vista la posibilidad de operar con tecnología blockchain. Cabe mencionar que, el mismo estudio
menciona algunas iniciativas de cryptomonedas con objetivos sociales a nivel global: Auroracoin
en Islandia, Cadastral en Ghana, Tel-Aviv Shekel en Israel, y MonedaPar, experiencia comentada en
líneas anteriores. Finalmente, el estudio de Chasin et al. (2020) señala otro grupo de experiencias
de proyectos de moneda comunitaria abordados desde plataformas digitales, doce en Europa, una
en los Estados Unidos y una en Japón.
En concordancia con los párrafos anteriores, y también con la premisa que señala a la moneda
social como un instrumento difundido a escala global, se resalta que ésta es una herramienta de
desarrollo que ha sido utilizada en varios países, desde prácticamente un siglo atrás. Sus formas
de implementación se adaptan a las necesidades de la población objetivo, inclusive a los cambios
tecnológicos, llegando a utilizar plataformas ntech de blockchain.
A nivel Ecuador se identicaron pocas investigaciones directamente vinculadas con moneda
social. No obstante, la relevancia del análisis de esta temática en el país se fundamenta en algunas
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particularidades que lo distinguen en la región: i) desde el año 2000 la economía ecuatoriana es
totalmente dolarizada, situación que impacta en la cantidad de moneda circulante y en la volatilidad
de su tipo de cambio; ii) en el Ecuador existe un cuerpo legal estructurado que regula la Economía
y las Finanzas Populares y Solidarias, sector económico y poblacional donde la implementación de
monedas sociales tendría mayor relevancia.
Con estos antecedentes, el objetivo general de la investigación es analizar la realidad de
monedas sociales en Ecuador, partiendo de premisas económicas, normativas e históricas. Se
podría caracterizar al trabajo como un artículo-reseña, pues a partir de un importante levantamiento
de literatura, debidamente sistematizado y enfocado en el mencionado objetivo, se obtiene una
visión general del instrumento de monedas sociales en el país.
Además del capítulo introductorio, el presente artículo contiene 6 secciones adicionales. En
el capítulo 2 se presenta una breve síntesis de los materiales y métodos utilizados; en el capítulo 3
se desarrollan los fundamentos económicos de la moneda social; en el capítulo 4 se presentan los
aspectos generales de las experiencias de moneda social en el Ecuador; en el capítulo 5 se analiza
la viabilidad del instrumento estudiado en la realidad del país; el capítulo 6 presenta las discusiones
de la investigación; y, nalmente, el capítulo 7 presenta las conclusiones del estudio.
Materiales y métodos
Al ser una investigación cualitativa, principalmente documental, las fuentes de información
estuvieron conformadas por revistas cientícas, libros, tesis de maestría, y artículos disponibles
en páginas web de diferentes periódicos locales e internacionales. Las ideas principales se
caracterizaron por temas económicos, normativos y en el contexto histórico de la moneda social
en el país. A partir de los temas priorizados, también se utilizó la técnica de entrevista del tipo
estructurada, con el n de complementar las experiencias de usuarios en el uso de medios de
pago alternativos dentro de su economía local.
Resultados y discusión
Fundamentos económicos de la moneda social. El dinero, considerado como una creación
social y como instrumento ampliamente aceptado como medio de pago, unidad de cuenta y
depósito de valor, es generalmente administrado de manera centralizada, situación que no impide
múltiples inconvenientes en su uso, tales como: acumulación, oxidación, inequidad, los cuales a
su vez implican especulación en los mercados nancieros y monetarios y, por tanto, exclusión
en el acceso a servicios nancieros e inclusive a la liquidez. Estos motivos, inicialmente, podrían
considerarse como factores del surgimiento de monedas complementarias a las ociales en cada
país (Gómez y Demmler, 2018; Mcleay et al., 2015).
Gómez y Demmler (2018) sistematizaron diversas características de las llamadas “monedas
sociales”, entre las cuales se destaca que, a partir de la idea que el actual sistema nanciero es
frágil y obsoleto porque prioriza la concentración de la riqueza y contamina el clima social, es
necesario la coexistencia de dos sistemas monetarios en la economía. El primero mantendría el
enfoque de las monedas ociales, es decir, dinamizar los procesos económicos desde el capital,
lo que podría generar inación, volatilidad y tendencias especulativas. Por su parte, el segundo
sistema monetario, llamado “para-económico”, enfocado en el altruismo e informalidad y cuya lógica
estaría direccionada al combate al desempleo y falta de protección social de los más vulnerables,
estaría basado en la ayuda mutua y relaciones de solidaridad y unión entre familias, vecinos y
sociedades. No obstante, si bien este enfoque bimonetario podría ser una realidad en economías
con monedas ociales más débiles, su aplicación empírica en sistemas monetarios más robustos
es distante, ya que un país al tener una moneda ocial fuerte, que no genera picos de devaluación
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o depreciación y por tanto existe baja inación y escasos procesos especulativos, presentará pocos
incentivos económicos para la diseminación de monedas sociales paralelas. Dentro de este último
grupo de economías podría incluirse al Ecuador, que si bien sus indicadores de empleo, pobreza
y desigualdad no son alentadores en comparación con otros países de la región1, el hecho de que
su moneda ocial sea el dólar de los Estados Unidos, le permite mantener índices moderados de
inación e inclusive negativos en los últimos períodos2, implicando menor volatilidad y especulación
en los sectores real y nanciero de la economía3, situación que tomaría distancia del enfoque de
una moneda ocial “débil”, enunciada al inicio de este párrafo.
Además del bimonetarismo discutido en líneas anteriores, Gómez y Demmler (2018)
presentan siete aspectos que caracterizan a las monedas sociales4: i) son complementarias a las
monedas ociales, ii) difícilmente pierden valor en el tiempo, pues el objetivo del sistema social no
es la acumulación de riqueza, iii) las monedas sociales son iniciativas comunitarias que responden
a escenarios de crisis económica, iv) son administradas por una comunidad especíca, limitándose
a esta circunscripción territorial, lo cual evita salida de recursos nancieros y riqueza locales, v) la
solidaridad, justicia y ética son pilares del funcionamiento de estas moneda, estimulando procesos
de desarrollo local, social y, por ende, humano, vi) relacionado con lo anterior, las monedas sociales
trabajan en sistemas altruistas e informales, basados en ayuda mutua, vii) las monedas sociales
fomentan procesos de inclusión nanciera.
Más allá de las deniciones presentadas en líneas anteriores, las características de la
moneda social también pueden discutirse desde dos conceptos propios de política monetaria:
la Ley de Gresham (Gien, 1891) y la desnacionalización de la moneda propuesta por Friedrich
August von Hayek (Hayek, 1976).
La Ley de Gresham, dentro de una realidad histórica donde prevalecían monedas acuñadas
con metales de diversa calidad, propone una interacción donde el “dinero malo desplaza al bueno”
(bad money drives out good), reriéndose a 2 monedas “competidoras” que circulan a la par con el
mismo valor nominal impuesto por una autoridad, y donde los usuarios preeren atesorar la que
tiene mayor valor intrínseco (dinero “bueno”, e.g., monedas de oro), transando consecuentemente
con la moneda de menor valor intrínseco - dinero “malo” -, e.g., monedas de plata (Nishibe 2020;
Fantacci 2019).
Según Fantacci (2019) y Nishibe (2020), el concepto de desnacionalización considera
que la búsqueda de una moneda deseable podría basarse en la competencia y coexistencia de
diversas monedas dentro de una economía, donde los gobiernos no ostenten los monopolios
sobre la emisión del dinero, y al mismo tiempo otorguen libertad a los bancos privados para emitir
diferentes monedas competidoras. En otras palabras, Hayek propuso permitir que los bancos
emitan certicados y depósitos denominados en unidades de cuenta que dieran tanto de la
moneda emitida por el gobierno, como de monedas de otros bancos. Según Fantacci (2019), la
desnacionalización de la moneda se generó en un contexto económico inacionario, y sobre el
cual Hayek identicó como “dinero bueno” a la moneda con estabilidad en su poder adquisitivo
1 Según CEPAL (2021), para el año 2019 y dentro del ámbito latinoamericano, el índice de pobreza total del Ecuador superó a los porcentajes de
Brasil, Costa Rica, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay. En cuanto al índice de desigualdad de Gini, el Ecuador se encuentra a la par
del promedio latinoamericano, pero en inferiores condiciones que Argentina, Bolivia, El Salvador, Perú, República Dominicana y Uruguay. Por su parte, en
relación a la tasa de empleo, la misma publicación muestra una mayor variación interanual en la tasa de desocupación del Ecuador frente a la tasa de otros
países de América Latina entre 2019 y 2020, siendo superado únicamente por Costa Rica y Colombia.
2 De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC, 2021a), la inación interanual en julio de 2021 fue 0,45 %, la de agosto 2021
fue 0,89 %, mientras que dicho índice en el resto de meses del 2021 fue negativo, alcanzando un mínimo de -1,47 % en abril del mismo año.
3 Si bien los procesos de deación que ha experimentado el Ecuador en los últimos años tienen su origen en la desaceleración del gasto, in-
versión y por ende consumo y Producto, es notable señalar que desde el inicio de la dolarización (año 2000), el país no ha sufrido procesos constantes
e importantes de aumento en los precios promedio de la canasta básica, denotando que el cambio del Sucre al dólar de los Estados Unidos estabilizó la
volátil economía ecuatoriana de los años 90.
4 Los autores basaron esta caracterización en: Gisber (2010), Cortes (2008) y Blanc (2006).
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bajo cualquier circunstancia, descartando el concepto de valor intrínseco propuesto en la Ley de
Gresham.
Al considerar que una de las principales premisas de Hayek sobre la desnacionalización de
la moneda es la no injerencia de la autoridad centralizada ni regulación (e.g., Bancos Centrales), el
mecanismo de las criptomonedas se acercaría a esta lógica monetaria, una vez que son “monedas
privadas de igual a igual” y no dependen de organismos gubernamentales ni privados para su
emisión o transferencia (Fantacci 2019). Según Gómez y Demmler (2018), además de la similitud
en regulación y ausencia de banco central entre monedas sociales y criptomonedas, existen otras
tres: i) coexistencia con “monedas tradicionales”, ii) limitada creación de dinero, e, iii) igualdad y
cooperación entre los usuarios. No obstante, estos mismos autores indican 4 diferencias marcadas
entre ambos modelos monetarios: i) diferencia en los orígenes de su creación, ii) cohesión social
vs anonimato, iii) carácter regional vs global, iv) interés de medios de comunicación, v) riesgos
nancieros.
La primera diferencia indica que las monedas sociales se generan como una reacción a crisis
económicas en regiones especícas, mientras que las criptomonedas (ejemplicadas por el Bitcoin
por Gómez y Demmler) fueron diseñadas para permitir transacciones rápidas y de bajo costo a nivel
nacional e internacional. La segunda diferencia calica a la moneda social como un instrumento
que facilita los procesos de cohesión entre los miembros de una comunidad, distanciándose de
las criptomonedas, pues estas últimas resultan en un medio de pago donde sus participantes no
tienen interés en revelar sus identidades. La tercera diferencia tiene que ver con la circunscripción
geográca del uso de la moneda, siendo la moneda social una herramienta con enfoque global,
aplicada especícamente donde existe carencia de liquidez, mientras que las criptomonedas y en
especial el Bitcoin traducen su dinámica en la dominancia de este medio de pago a nivel global,
inclusive sobre monedas nacionales. Relacionado con lo anterior, la cuarta diferencia se reere
al interés de los usuarios de las criptomonedas en la promoción intensiva de su uso, inclusive a
escala global, mientras que la moneda social no se enfoca en esta característica, una vez que sus
objetivos apuntan hacia el desarrollo económico en localidades vulnerables, donde la promoción
de los benecios de esta herramienta monetaria no es prioridad.
La quinta diferencia –vinculada con el concepto de volatilidad nanciera– podría ser la
que mayor distancia entre la moneda social y las criptomonedas. El primer sistema considera
una economía preferentemente de “Robinson Crusoe”5, es decir, un circuito cerrado de pago
que minimice la acumulación de recursos y por ende tendencias especulativas6. Por su parte,
las criptomonedas como el Bitcoin priorizan una economía abierta, caracterizada por fuertes
volatilidades en sus precios, y cuya dinámica ha inspirado estudios sobre la formación de dichos
precios, así como también la relación de estos activos nancieros con posibles burbujas económicas
(Yin et al., 2021; Dini y Kioupkiolis, 2019). Tal propiedad se opondría con la desnacionalización de
la moneda de Hayek, una vez que este autor entiende que la moneda “buena” es fuerte cuando
presenta estabilidad a lo largo del tiempo.
Por su parte, Fantacci (2019) y Nishibe (2020) coinciden que la criptomoneda Bitcoin está
ideada para aumentar su escasez y consecuentemente su precio, de forma similar al proceso de
valoración de metales preciosos como el oro, donde las cada vez menores reservas (entre otros
factores), le otorga su alto valor. Esta última característica tendría nuevamente contraposición con
5 De acuerdo con Mcleay et al. (2015), la economía “Robinson Crusoe”, que hace referencia al personaje cticio de la novela homónima del siglo
XVIII escrito por Daniel Defoe, se reere a una economía cerrada, donde no se realiza ningún intercambio con economías externas.
6 Según Gómez y Demmler (2018, 285), en algunos sistemas de moneda social se han implementado mecanismos nancieros cuyo objetivo es
reducir el uso de monedas como depósitos de valor, siendo uno de estos el llamado “interés negativo del dinero” (Gesell 1920), que no es otra cosa que la
aplicación de tasas de interés negativas periódicas a lo largo del tiempo en los depósitos. Por su parte, Dini y Kioupkiolis (2019, 11) enfatizan que una de las
características de la moneda social (en ese texto hacen referencia especícamente al “Sardex” de Cerdeña – Italia) es que todos sus balances consideran
cero intereses.
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las ideas de Hayek, quien no concordaba con la noción de valor intrínseco propuesta en la Ley de
Gresham.
Frente a estos antecedentes, nace la pregunta: ¿cuál es la relación entre la Ley de
Gresham y la desnacionalización del dinero con el concepto de moneda social? Pues bien, cuando
una organización introduce una moneda social en la dinámica monetaria de un país con una
única moneda legal en curso, se estaría coincidiendo con los preceptos de Hayek, donde otras
organizaciones distintas a la “autoridad centralizada” pueden emitir monedas con funciones de
valor de cambio y unidad de cuenta. Con respecto a la Ley de Gresham, el funcionamiento de
monedas sociales no cuenta con la autorización del gobierno para que éstas sean consideradas
como sustitutas de la moneda en curso a una paridad idéntica; no obstante, en los circuitos sociales
donde son implementadas podría darse el fenómeno de “dinero bueno” vs “dinero malo”, esto en
el caso de existir grandes diferencias en el valor adquisitivo entre la moneda nacional (uso legal) y
la social.
Ilustrando lo anterior, se podría tomar el caso de una moneda “nacional” con poco valor
adquisitivo como es el Bolívar de Venezuela, y cualquier moneda social de ese país, que la
llamaremos “moneda A”. En este ejemplo, el Bolívar al tener poca conanza y por ende un valor
adquisitivo bajo, podría ser considerada como “dinero malo” frente a los usuarios de la “moneda
A” (que sería en este caso “dinero bueno”). Este posible fenómeno implicaría, según la lógica de
la Ley de Gresham, que quienes ostenten la “moneda A” no la utilicen dentro de transacciones
donde puedan utilizar Bolívares, atesorándola para futuros consumos dentro de la comunidad (o
comunidades) donde funciona. Por su parte, en países donde la moneda “nacional” sea estable y
mantenga su valor adquisitivo en el tiempo (baja devaluación y/o depreciación), posiblemente las
monedas locales se conviertan en “dinero malo”, quebrando la lógica de su propia creación y su
razón de ser dentro de sus circunscripciones territoriales.
Una segunda relación de las monedas sociales con la desnacionalización del dinero ocurre
cuando éstas pasan de una emisión en papel moneda a tecnologías basadas en blockchain; es decir,
criptomonedas, que tal como se presentó en párrafos anteriores, comparten algunas similitudes
con los preceptos de Hayek. Sin embargo, a diferencia de las caracterizaciones enunciadas por
Nishibe (2020) y Fantacci (2019) sobre el Bitcoin, las monedas sociales en formato de criptomonedas
podrían presentar ciertas restricciones adicionales, como podrían ser normas nacionales o
regionales que penalicen sus transacciones, así como la dicultad de uso para individuos que no
conozcan o no estén familiarizados con estas nuevas tecnologías.
La moneda social en Ecuador: descripción y aspectos históricos. Las experiencias de
moneda social se registran desde principios de los años noventa en Quito, donde circulaban los
compromisos y recursos en el barrio de Toctiuco y en la localidad de Rumihuaico, respectivamente.
Ambas iniciativas fueron impulsadas por los integrantes de las comunidades, quienes utilizaban
estas monedas para sus trueques multilaterales (López, 2007). Con el pasar de los años, estos
sistemas de moneda social llegaron a replicarse en otras regiones del país y bajo el apoyo de
Instituciones Nacionales e Internacionales como la Fundación Holandesa Strohalm (STRO).
Precisamente, la iniciativa que tuvo el apoyo de STRO fue udis en la parroquia rural de Sinincay
en Azuay (Zumárraga,2014).. Sin embargo, existieron algunos factores internos y externos que
detuvieron su circulación en dicha comunidad.
Las funcionalidades de las monedas sociales se encuentran también respaldadas por la
conanza de sus participantes, al mantener relaciones de reciprocidad y redistribución de manera
similar al tradicional trueque. En este aspecto, el Ecuador tiene una abundante historia de trueque
desde la época preincaica, cuando empezaban a generarse los espacios culturales inherentes y
espontáneos (Gómez et al., 2018). En Ecuador, el trueque directo ha sido una oportunidad para
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regular el ujo de bienes entre sus participantes, siendo Pimampiro una localidad donde se
mantiene esta tradición hasta la fecha. Por tal motivo, en este capítulo se analizará el trueque
tradicional como un primer sistema de intercambio alternativo, y de manera consecutiva los casos
de moneda social bajo sus diferentes contextos socioeconómicos, incluyendo al jurupi, que es
modelo de moneda social que tuvo su origen a inicios de la pandemia de Covid-19 en Cuenca
(Hirota 2020a).
Trueque en Imbabura. La provincia de Imbabura tiene su historia de trueque desde antes de la
llegada de los españoles, cuando los intercambios de bienes se realizaban entre algunos grupos
étnicos (Lanas, 2010). Con el paso del tiempo, las actividades de intercambio se basaron en el
control microvertical de los distintos pisos climáticos, lo cual dio origen a los mindales, quienes eran
los encargados de controlar cada intercambio entre las demás regiones (17). Sin embargo, estas
actividades de reciprocidad a nivel de organización se fueron debilitando al llegar la conquista Inca
y después la española. Ante estas circunstancias, en las unidades domésticas utilizaron al trueque
para adquirir productos de subsistencia. Los intercambios permitían a los habitantes adquirir
aquellos productos de zonas frías por aquellos producidos en zonas calientes, como, por ejemplo:
sal, algodón, coca, calabazas, entre otros (19). Es así que, desde entonces, el cantón Pimampiro fue
considerado como el lugar adecuado para el intercambio.
El cantón San Pedro de Pimampiro presenta diferentes pisos climáticos, terrazas y valles, los
cuales han permitido la diversidad en sus productos agrícolas como también su diversidad étnica,
y, por ende, el intercambio entre regiones. Esta tradición de intercambio lleva alrededor de ciento
cincuenta años de existencia (Gómez et al., 2018). El trueque se realizaba en lugares exclusivos,
mismos que antiguamente recibían el nombre de tianguez, y que eran sitios estratégicos, neutrales
y seguros para el mercado (98). Durante la época prehispánica se realizaban ceremonias y estas
andinas en base al calendario agrícola, reconociendo los solsticios y equinoccios. Por tal motivo,
resulta probable que durante dichas ceremonias andinas se hayan desarrollado los trueques entre
diferentes etnias como Pastos, Cayambis-Caranquis, Quitos y otras comunidades vecinas (104).
Adicionalmente, en la antigüedad el trueque, también denominado cambeo, se respaldó de
algunos factores cuantitativos y cualitativos como la moneda-objeto, medidas, peso y cantidad. Por
todo esto, varios objetos funcionan como moneda, y desde la época antigua se realizaban diversas
equivalencias como: 1 saco de maíz equivale a un saco de papas u ocas, o la equivalencia de 2
arrobas de maíz por 1 carnero degollado (124). Por otro lado, si bien es cierto que en el cambeo
no es necesario establecer matemáticamente una medida exacta entre productos, sin embargo,
desde la conquista Inca, han existido formas u objetos que han facilitado dicha determinación; tal
es el caso de la pokcha, equivalente a media fanega o 16 Kg (125).
Sistema SINTRAL en Rumihuaico. En el año de 1992 empezó a circular la moneda social recursos
en la localidad Rumihuaico, ubicada en el Valle de Tumbaco al nororiente de Quito. La circulación
de la moneda correspondía a la implementación del Sistema de Intercambio de Transacciones
Locales (SINTRAL) y que comparte los principios del sistema LETS (Minadeo et al., 2014, p. 38). Los
recursos equivalían 1 a 1 con la moneda nacional “Sucre” de aquel momento, contribuyendo a que
los trueques sean diferidos (crédito mutuo) y multilaterales (López, 2007).
En el año 2006 pasó a llamarse Ecosimía, cuyo signicado es “El Ecosistema es responsabilidad
mía” (Minadeo et al., 2014). Este sistema ha sido también replicado en otras áreas geográcas del
país, conservando la misma lógica de LETS, mediante las monedas sociales para adquirir bienes y
servicios en cada localidad (Arias y Tehanga, 2019). Según Gandarilla (2021, entrevista personal),
existen grupos en la provincia de Pichincha: Yaruquí, Pumamaqui, Quinchucajas, Nueva Esperanza,
Puerto Quito; en la provincia de Imbabura: Cotacachi y en la provincia de Manabí, en la ciudad de
Manta.
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MONEDAS SOCIALES EN LA
ECONOMÍA ECUATORIANA:
FUNDAMENTOS Y ANÁLISIS DE SU
PERTINENCIA EN EL CONTEXTO
ACTUAL
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Cómo citar este artículo:
Oñate, C., & Aucancela, J. (Enero - Junio de 2022). Monedas sociales en la economía ecuatoriana: fundamentos y análisis de su pertinencia en el contexto actual. Sathiri (18)1, 25-44.
https://doi.org/10.32645/13906925.1189
Experiencia de la moneda compromisos en Toctiuco. En el Barrio quiteño de Toctiuco se
implementó el sistema monetario alternativo compromisos, bajo el respaldo de la Organización
Hombres de Tierra y la Fundación Pestalozzi en 1995. El compromiso tenía la funcionalidad como
unidad de cuenta y medio de pago, con una equivalencia 1 a 1 con el Sucre (López, 2007). Alrededor
de 84 miembros del sistema llegaron a intercambiar sus bienes o servicios mediante sus chequeras
de compromisos, conservando el respaldo de cada transacción en una computadora (60). Sin
embargo, la oferta de bienes y servicios llegó a ser decitaria ante la demanda efectiva y potencial,
por ende, la organización respectiva jó valores límites de crédito. Uno de los principales problemas
identicados es que los patrones de demanda son divergentes en el barrio, lo cual requiere una
compra al por mayor de bienes básicos (arroz, aceite, azúcar, medicina, entre otros) por parte de
los miembros, como también endosar cada cheque y así reducir los costos de transacción (Schuldt,
1997).
Experiencia de UDIS en Sinincay. En la parroquia rural de Sinincay de la provincia del Azuay,
empezó a circular la moneda complementaria udis (Unidades de Intercambio Solidario) bajo el
respaldo de la Fundación Internacional STRO, y de manera conjunta con la Fundación Pachamama
de Ecuador y la Red Nacional de Finanzas Populares y Solidarias. Desde sus inicios, las udis tenían la
expectativa de cumplir con dos funciones principales: unidad de valor, al mantener una equivalencia
con la moneda nacional de 1 a 1, y medio de circulación, para facilitar el trueque (García ,2011).
En este sentido, la lógica de su funcionamiento comenzaba con la emisión de las udis por parte
de la Fundación STRO, mismas que eran entregadas a la Cooperativa de Ahorro y Crédito Integral,
entidad nanciera de la localidad. A continuación, cualquier miembro participante llegaba a adquirir
“las udis con valor nominal de 1 USD pagando 90 ctvs” (Amoroso y Roldán, 2019). De esta manera,
dicho descuento del 10 % debía convertirse en el incentivo principal para dinamizar la economía
local.
A pesar de los esfuerzos implementados por las autoridades, e inclusive con el apoyo
abierto del expresidente Rafael Correa, la iniciativa udis tuvo una corta duración de apenas un año
debido a su baja aceptación. En efecto, las udis fueron perdiendo el interés de los miembros de la
parroquia Sinincay, lo cual según Amoroso y Roldán (2019), se debe a la falta de un análisis previo
del contexto socioeconómico de la comunidad. Por el contrario, Zumárraga (2014) argumenta que
las udis promovieron efectos favorables en el corto plazo dentro de la comunidad, considerando
un mayor nivel de ingresos de quienes hicieron uso de esta moneda social. Adicionalmente, el
mismo autor considera que la prensa nacional fue la principal culpable para que las udis hayan
tenido una corta circulación, pues se empezó a relacionar a las udis con la desdolarización. En
consecuencia, la Superintendencia de Bancos y Seguros del Ecuador en abril de 2011, decidió
culminar con el sistema de intercambio udis al considerarlo ilegal (Zumárraga, 2014).
Posteriormente, se llegó a conformar la Red de Intercambio Solidario Legal como una
organización independiente con la responsabilidad de controlar a las udis. Ante este último recurso,
dicha moneda social consiguió un respaldo legal, sin embargo, aquellos problemas internos
argumentados por Amoroso y Roldán (2019) llegaron a persistir hasta su denitiva desaparición
el mismo año. Por tal motivo, resulta imprescindible analizar más a detalle las condiciones
socioeconómicas bajo las cuales las udis circularon en Sinincay. En este sentido, existieron factores
que debilitaron la motivación de los participantes, como el interés principal en el posicionamiento a
nivel institucional de la localidad, y más no la búsqueda del benecio económico de sus habitantes
(Amoroso y Roldán, 2019). Además, el sistema llegó a estimular el interés individual cuando los
participantes acumulaban udis solo para cambiarlas en dólares.
Además, el Ecuador en aquel momento se encontraba en un entorno macroeconómico
favorable, y a su vez pocos emprendimientos locales utilizaron a las udis para comercializar sus
productos o servicios en Sinincay (Amoroso y Roldán, 2019). Al realizar un análisis comparativo
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con las palmas brasileñas en Ceará y al comprender ambos contextos socioeconómicos, se resalta
la falta de identidad comunitaria que percibieron los miembros de Sinincay al utilizar las udis
junto con su Cooperativa. En este aspecto hubo la oportunidad de impulsar mayor diversicación
de productos o actividades colectivas, mismas que no fueron concretadas ante la ausencia de
promotores directos que lideren este proceso. De igual manera, Amoroso y Roldán reconocen
que era necesario incorporar mecanismos de oxidación en lugar de las subvenciones económicas.
Adicionalmente, las personas llegaron a tener desconanza del sistema alternativo monetario, lo
cual fortaleció su preferencia por el dólar.
Experiencia de moneda canelitos. La moneda social canelitos estuvo en circulación desde el
2008 al 2014 en la parroquia Canelos de la provincia de Pastaza. Esta moneda fue impulsada desde
la Fundación Pastoral Social Cáritas del Vicariato Apostólico de Puyo, como un medio de intercambio
para facilitar la feria del trueque al interior de la comunidad. En este sentido, la Fundación Cáritas
se encargaba de emitirla a manera de boletos, mismos que eran entregados al inicio de la feria por
productos agrícolas de los participantes como, por ejemplo: 1 racimo de plátano verde era igual a
3 canelitos (Guatos, 2021, entrevista personal). A continuación, los participantes de la comunidad
intercambiaban sus canelitos por azúcar, sal o frutas de la sierra ecuatoriana. La equivalencia de
esta moneda con el dólar era de 1 a 1, y las personas alcanzaban un mayor valor adquisitivo, pues
los productos intercambiados en las ferias eran de difícil acceso y de alto costo al compararlos con
la moneda ocial
Al nal de la feria los organizadores recolectaban cada canelito para los siguientes
intercambios. Sin embargo, con el pasar del tiempo las personas empezaron a acumular varios
canelitos, lo cual signicó la caída del sistema. Adicionalmente la fundación necesitaba de mayor
logística y gestión para las ferias. Actualmente estas ferias se encuentran organizadas por la Junta
Parroquial de Canelos y no utilizan ninguna moneda o vale de intercambio, retomándose así el
trueque ancestral entre comunidades para intercambiar productos de la sierra por aquellos de la
región amazónica (Guatos, 2021, entrevista personal).
Experiencias actuales de moneda social. La idea principal de este tipo de proyectos ha sido
replicada en otras localidades y con otros vales de intercambio. Tal es de caso de la moneda muyu,
misma que se encuentra circulando a manera de crédito mutuo en la capital del Ecuador. En este
sistema se utiliza una aplicación móvil donde los usuarios tienen acceso al catálogo de bienes
o servicios para intercambiarlos. Para este n, los primeros miembros adquieren un crédito de
150 muyus, realizando transacciones hasta su límite máximo y bajo el compromiso de devolver
sus billeteras digitales en cero cuando abandonen el sistema (El Universo, 2021). Adicionalmente,
desde agosto del 2020 los miembros han organizado 45 ferias virtuales y 6 ferias presenciales para
concretar las diversas transacciones (mermeladas, frutas, hortalizas, clases de yoga, entre otras).
En promedio, se realizan 4000 transacciones por mes, y se han utilizado alrededor 70.000 muyus
entre las 120 cuentas activas (párr. 5-6). De igual manera, este sistema cada día involucra a más
nodos, y se pretenden alcanzar otras regiones como Riobamba y Galápagos (párr.7).
Durante los primeros meses del 2020, en la ciudad de Cuenca también apareció una
moneda social y virtual denominada jurupi (Hirota, 2020a,). Esta moneda fue desarrollada con la
intención de reactivar la economía local como respuesta a la crisis generada por la pandemia de
COVID-19. Por consiguiente, desde entonces se han desarrollado ferias virtuales para convocar a
varios artesanos de diferente índole, quienes mediante la gestión de intercambio del programa
cyclos utilizan al jurupi como vale de intercambio para comprar y vender sus productos con la
comunidad, conservando de esta manera el sistema de prosumidores7 (Hirota, 2020a). A partir los
catálogos de la plataforma digital cyclos, cada participante puede adquirir una limpieza dental a 20
jurupis o una conserva de zanahorias a 5,50 jurupis; y también ofrecer sus productos o servicios a
toda la comunidad (El Universo, 2021).
7 Prosumidor se dene al socio de un sistema de moneda social que, simultáneamente asume, los roles de productor y consumidor.
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ECONOMÍA ECUATORIANA:
FUNDAMENTOS Y ANÁLISIS DE SU
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Análisis de la implementación de proyectos de moneda social en Ecuador. La implementación
de monedas sociales en el Ecuador, además de cumplir con el requisito indispensable de utilidad
económica y social para las comunidades beneciarias, debe ser analizada desde otros aspectos,
tales como el sustento legal, red de organizaciones colaborativas, entre otros.
En el Ecuador, el cuerpo legal que tiene mayor relación con el amparo y sustento normativo
de la “moneda social” es el relacionado con la Economía Popular y Solidaria (EPS). Dicho sector, que
moviliza a miles de agentes económicos en los ámbitos real y nanciero, ha sido visibilizado con
fuerza a partir de la vigencia de la Constitución ecuatoriana del 2008 (EC, 2008), de la Ley Orgánica
de Economía Popular y Solidaria en el 2011 (SEPS, 2011), y posteriormente del Reglamento General
de la Ley Orgánica de la Economía Popular y Solidaria y del Sector Financiero Popular y Solidario
(SEPS, 2012).
La Constitución de la República del Ecuador podría considerarse como paraguas normativo
del funcionamiento de la moneda social en el país, pues su artículo 283 señala lo siguiente: “El
sistema económico es social solidario; reconoce al ser humano como sujeto y n; propende a una
relación dinámica y equilibrada entre sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza;
y tiene por objetivo garantizar la producción y reproducción de las condiciones materiales e
inmateriales que posibiliten el buen vivir” EC (2008). Por tanto, al entenderse que la moneda social
es un instrumento – como su propio nombre lo indica – social y solidario, y cuyo objetivo es mejorar
las condiciones económicas de una comunidad, se ajusta casi irrestrictamente a lo expuesto en la
Carta Magna.
Por su parte, el artículo 132 de SEPS (2011) indica que las organizaciones que conforman
la EPS podrán utilizar medios de pago complementarios en formato físico o electrónico; sin
embargo, dichos medios, que según el artículo 150 de SEPS (2012) son regulados por el Ministerio
de Coordinación de Desarrollo Social, no podrán circular en organizaciones del Sector Financiero
Popular y Solidario (SFPS) y, dentro de las organizaciones del sector real de la EPS donde pueden
ser utilizados, no podrán tampoco “generar rendimiento nanciero, ni ser utilizados para
operaciones de crédito, garantías”, porque no son consideradas monedas de curso legal y se
restringen exclusivamente al ámbito geográco de la organización comunitaria antriona (SEPS,
2012). Cabe resaltar que la prohibición legal de acumulación de riqueza por parte de las monedas
complementarias en el Ecuador, converge con las características teóricas sobre estos instrumentos
monetarios enunciadas por Gómez y Demmler (2018).
Más allá de la permisividad expresada por SEPS (2011) y SEPS (2012) en la circulación
de monedas complementarias dentro de organizaciones del sector real de la EPS, la principal
normativa que regula la política monetaria en el Ecuador, es decir, el Código Orgánico Monetario
y Financiero (EC, 2014a), expresa claramente que la única moneda en circulación en el Ecuador
es el dólar de los Estados Unidos: “Todas las transacciones, operaciones monetarias, nancieras
y sus registros contables, realizados en la República del Ecuador, se expresarán en dólares de los
Estados Unidos de América, de conformidad con este Código.” (EC, 2014a). De tal forma, existiría
una contradicción normativa en la implementación de monedas sociales o complementarias en
el Ecuador; este hecho sería además respaldado por el artículo 98 del mismo Código y por la
sección séptima del Código Integral Penal – COIP - (EC, 2014b). Por un lado, el Código Orgánico
Monetario y Financiero prohíbe: “la emisión, reproducción, imitación, falsicación o simulación total
o parcial de moneda y dinero, así como su circulación por cualquier medio, soporte o forma de
representación” (EC, 2014a). Por su parte, en EC (2014b) hay tres artículos (art. 304, 305, 306) que
podrían ser utilizados para penalizar la emisión y comercialización de monedas complementarias;
el artículo 304, referente al tráco de moneda expresa: “La persona que introduzca, adquiera,
comercialice, circule o haga circular moneda adulterada, modicada o falseada en cualquier forma,
será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años” (EC, 2014b). El artículo 305,
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referente a la “producción, tenencia y tráco de instrumentos destinados a la falsicación de la
moneda” cita:
La persona que produzca, conserve, adquiera o comercialice materias primas o instrumentos
destinados a la falsicación, fabricación o alteración de moneda nacional o extranjera, cheques,
títulos valores, tarjetas de crédito, débito, pago u otros documentos o dispositivos empleados
como medio de pago equivalente a la moneda, será sancionada con pena privativa de libertad de
tres a cinco años (EC, 2014b).
Finalmente, el artículo 306 “Falsicación de moneda y otros documentos”, en el texto
que podría relacionarse con la creación y comercialización de moneda social indica: “La persona
que cometa falsedad forjando en todo o en parte efectos, cheques, títulos valores, tarjetas de
crédito, débito o pago, dispositivos empleados como medio de pago equivalente a la moneda
o haciendo verdadera cualquier alteración que varíe su sentido o la información que contienen,
será sancionada con pena privativa de libertad de cinco a siete años.”(EC, 2014b). En denitiva, al
analizar el contexto de los 3 artículos citados del COIP, si bien no existe una implicación directa
sobre las “monedas complementarias”, su operación y utilización podría ser penada por creación
de dinero físico cuando la moneda social adquiera ese formato, también por “tráco de moneda”,
y por forjar “…dispositivos empleados como medio de pago equivalente a la moneda”, norma que
inclusive podría afectar la implementación de formatos electrónicos de la moneda social que son
utilizados alrededor del mundo, por ejemplo: sistemas blockchain, billeteras electrónicas, tarjetas
de débito, entre otros.
Los beneciarios de moneda social y trueque en el Ecuador. Como se pudo apreciar en
la revisión de literatura de experiencias de monedas sociales en el Ecuador, esta herramienta
monetaria no ha tenido mayor cabida en el entorno socioeconómico del país, presentando un
número reducido de aplicaciones, donde varias de ellas ya no operan en el mercado. No obstante,
dentro de la investigación es importante presentar el número de beneciarios en cada uno de los
casos, cuya data fue obtenida de diversas fuentes como: artículos académicos, notas de prensa,
e inclusive entrevistas a los actores que hacen (o hicieron) parte de la implementación de estas
experiencias de moneda social.
Según Samaniego (2021), Muyu (2021) y El Universo (2021), el sistema Muyu8 que se encuentra
radicado en Quito, es una moneda digital que funciona en base de una billetera electrónica, inició
sus actividades en mayo 2020 y aún se encuentra vigente. Según Muyu (2021), a la fecha existen
120 miembros activos en la comunidad, cuenta con un promedio de 14 transacciones al día y en el
período de funcionamiento se han intercambiado 68.532 muyus.
Una segunda experiencia de implementación de moneda social en Quito fue “Compromisos”,
que tuvo sus operaciones en el barrio Toctiuco entre 1995 y 1997 y donde participaron 84 miembros
(López, 2007).
Udis fue una iniciativa de moneda complementaria que duró pocos días del mes de abril de
2011, desde el anuncio de colocar este medio de pago en el mercado por parte de la Cooperativa
de Ahorro y Crédito Integral (ubicada en la parroquia de Sinincay Azuay), hasta la noticación de la
Superintendencia de Bancos al Ministerio de Inclusión Económica y Social, Banco Central y Fiscalía
General del Estado para investigar el caso y tomar los correctivos pertinentes por no considerarla
legal. En su corta duración, hubo 25 productores y comerciantes9 que utilizaron esta moneda,
intentando movilizar una liquidez de 25.000 udis que la cooperativa mencionada disponía en caja
(Zumárraga, 2014).
8 Muyu signica “semilla” en quechua.
9 Según País en Vivo (2011), las principales actividades económicas de los usuarios de udis fueron: fabricación de ladrillos, comerciantes de
víveres, farmacias, tiendas y almacenes agropecuarios.
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Por su parte, la iniciativa jurupi desarrollada en una plataforma virtual y cuya nalidad fue
reactivar la economía local en medio de la pandemia COVID-19, funcionó por el lapso de 13 meses
entre mayo 2020 y junio 2021, y albergó a 60 miembros (Hirota, 2020b; El Universo, 2021).
Además de las cuatro experiencias de moneda social descritas y que tuvieron sede en
Quito y la provincia del Azuay, hay dos sistemas que se implementaron en diferentes localidades:
canelitos en la parroquia Canelos, provincia de Pastaza y Ecosimía, modelo que tuvo acogida en 13
diferentes provincias del Ecuador.
En el caso del canelito existieron alrededor de 60 personas beneciadas, dentro del período
2008 – 2014 (Guatos, 2021, entrevista personal). De otro lado, Ecosimía inició sus actividades
en 1992 denominándose sistema SINTRAL, manteniendo dicha denominación hasta el 2006,
año que asumió el nombre actual. En la época del sistema SINTRAL existieron en promedio 120
grupos activos, cada uno con mínimo 10 y máximo 50 personas; es decir, el número aproximado
de participantes se encontraba entre 1.200 y 6.000 usuarios (Minadeo et al., 2014; Arias et al.,
2019). No obstante, según Gandarilla (2021, entrevista personal), el número de grupos bajó a 20,
denotando una disminución del interés y uso de esta moneda social, a pesar que desde el 2006
existió una expansión geográca del uso del sistema monetario.
Sistematizando la información de los párrafos anteriores, las experiencias de monedas
sociales en el Ecuador no tuvieron gran acogida en las localidades donde fueron implementadas.
Sin embargo, no solo las monedas complementarias se han posicionado como medios alternativos
de pago, sino también algunos sistemas de trueque que han tenido mayor demanda en distintas
localidades.
En Quito, el sistema “Trueque Escolar”, registró 11.600 participantes en sus redes sociales
de intercambio entre el 2019 y septiembre 2020, mes que nalizó el proyecto (Díaz, 2020). Por
su parte, en la ciudad de Guayaquil funcionó el “Trueque Guayaquil” que operó, entre abril de
2015 y junio de 2020, mediante su propia página de Facebook, registrando 17.000 participantes
(Machado, 2020). Finalmente, en la parroquia Pimampiro, provincia de Imbabura se realiza la
actividad de “Trueque o cambeo” o “Trueque del Sol” de Pimampiro, donde aproximadamente
4.000 participantes se concentran los viernes y sábados anteriores a cada domingo de ramos
para intercambiar todo tipo de productos, sin la intervención de moneda alguna (EC Ministerio de
Cultura, 2021; EC Ministerio de Turismo, 2021).
En resumen, en los programas de moneda social ejecutados en el Ecuador, considerando
todos los períodos que duraron sus operaciones, hubo un total (aproximado) de 6.349 beneciarios;
mientras que los sistemas de trueque albergaron a 32.600 personas. A continuación, el desglose
por programa.
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Tabla 1.
Beneciarios de sistemas de moneda social y sistemas de trueque en Ecuador
Del resumen de resultados de la investigación, es claro que la experiencia Ecosimía tuvo los
mejores números en cuanto a interés por uso de moneda social. Por su parte, en lo referente a los
sistemas de trueque, la experiencia de Guayaquil fue la que mayor número de personas atrajo en
su período de implementación; y nalmente, hubo un mayor interés por sistemas de trueque que
por monedas sociales (relación 5 a 1).
Las experiencias de moneda social y la realidad socioeconómica ecuatoriana. La
implementación de mecanismos de “moneda social”, a diferencia de lo acontecido en otros países
de la región (como por ejemplo Brasil), no tuvo el éxito esperado a nivel local, a pesar que el
Ecuador presenta cifras bajas de empleo y relativamente altas de pobreza y pobreza extrema.
Según INEC (2021b), en agosto 2021, la Población Económicamente Activa (PEA) alcanzó los
8.540.363 trabajadores, de los cuales 2.770.656 (32 % del total) tuvieron empleo adecuado o
pleno; por su parte, el restante 68 % se distribuyó entre desempleo y las categorías de subempleo,
empleo no remunerado, otro empleo no pleno y empleo no clasicado10. Por su parte, los últimos
datos disponibles de pobreza (junio 2021) indican que, a nivel nacional, 32,2 % de ecuatorianos
son pobres según sus ingresos, y 49,2 % son pobres en el ámbito rural; mientras que 14,7 % de la
población total del país se encuentra en pobreza extrema11 (INEC, 2021c).
Entendiendo que existe un número importante de ecuatorianos que se encuentran en
condiciones económicas vulnerables, y que además las condiciones laborales del país son precarias,
se abre un espacio importante para la viabilidad de instrumentos monetarios derivados de la
economía social y solidaria, que podrían ayudar a la generación de encadenamientos productivos
en comunidades organizadas priorizando el ser humano sobre el capital, lo cual podría reejarse
en el aumento de la velocidad de circulación del dinero, y, por ende, en mayor consumo, inversión
privada y nalmente ingresos.
10 Según INEC (2020b), subempleados son “personas con empleo que, durante la semana de referencia, percibieron ingresos inferiores al salario
mínimo y/o trabajaron menos de la jornada legal y tienen el deseo y disponibilidad de trabajar horas adicionales”. Por su parte, el empleo no remunerado
se reere a “personas con empelo que, durante la semana de referencia, no perciben ingresos laborales. Otro empelo no pleno se “incluye a las personas
con empelo que, durante la semana de referencia, percibieron ingresos inferiores al salario mínimo y/o trabajaron menos de la jornada legal y no tienen el
deseo y disponibilidad de trabajar horas adicionales”. Finalmente, empleo no clasicado se construye como el residuo del resto de categorías.
11 Según INEC (2020c, 4), “se considera a una persona pobre por ingresos si percibe un ingreso familiar per cápita menor a USD 84,7 mensuales
y pobre extremo si percibe menos de USD 47,74.”
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Cabe resaltar que, las iniciativas de implementación de monedas sociales tendrían mayor
probabilidad de éxito si se apalancan en el apoyo de las organizaciones del Sector Real Popular y
Solidario. Según las cifras más actualizadas de la SEPS (julio 2021), en el Ecuador existen 12.959
asociaciones, 2.663 cooperativas del sector real y 64 organizaciones comunitarias que trabajan en
24 provincias del país, albergando más de 500.000 personas (SEPS, 2021). Si dichas estructuras
sociales - que actúan en distintos sectores de la economía - se organizan en redes con el objetivo
de priorizar el intercambio de los bienes y/o servicios que ofrecen, se abriría un gran potencial para
implementar medios de pago alternativos en formato físico (tal vez utilizando ferias de intercambio
de productos), pero también versiones digitales, lo cual podría viabilizar transacciones entre
miembros de organizaciones de la EPS de distintas provincias y regiones.
Discusiones
La presente investigación analizó el instrumento de Economía Popular y Solidaria “monedas
sociales” desde distintas ópticas (económica, social, normativa y coyuntural), con un particular
enfoque en las experiencias ecuatorianas.
Tal como se describió en el apartado teórico, la implementación de “monedas sociales”
–vista desde la Ley de la desnacionalización de la moneda propuesta por Friedrich August von
Hayek– tiene más desventajas que fortalezas a nivel local, una vez que el Ecuador entró en un
proceso de dolarización (formal) en 1999. A diferencia de lo ocurrido con el Sucre a nales de los
90, la baja volatilidad del dólar de los Estados Unidos trajo conanza entre la población, y, por ende,
estabilidad a la economía, implicando posibles efectos adversos en las monedas complementarias,
pues éstas podrían ser vistas como “dinero malo”, tal como se discutió en el tercer capítulo de este
texto. De hecho, casos exitosos de implementación de moneda social operan bajo un régimen
monetario relativamente volátil, donde los procesos de devaluación de las monedas de uso legal
son un aditivo para que la población busque medios de pago alternativos; ejemplo de esto es el
caso del Banco Palmas de Brasil, país que ha sufrido un proceso de devaluación importante en los
últimos meses12.
Además de la particular política monetaria aplicada en Ecuador, otro de los factores que
determina la circulación de monedas sociales es la normativa vigente en el país, que a pesar de
incluir un amplio cuerpo legal que respalda a la Economía Popular y Solidaria, también se contrapone
a la operación de cualquier moneda que no sea el dólar de los Estados Unidos, especialmente
desde el Código Orgánico Monetario y Financiero. Sobre la implicancia normativa en el uso de
monedas sociales, existe el antecedente de la Udis en la provincia del Azuay, la cual, si bien tuvo
inicialmente un importante respaldo político en su promoción e implementación, nalmente fue
retirada del mercado. Dicho antecedente no es menor, pues podría provocar la autoexclusión de
emprendimientos públicos, privados y no gubernamentales con objetivos claros y metodologías
apropiadas para implementar monedas sociales en Ecuador.
Por otro lado, los proyectos de monedas sociales en el Ecuador podrían tener un componente
público, que apoye en su promoción y operaciones, especialmente en circunscripciones territoriales
más pequeñas, como son los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD)13 a nivel cantonal y
parroquial. Además, dichas iniciativas contarían con un elemento catalizador como es el apoyo de
los actores de la EPS del sector real y nanciero. En el sector real, las aproximadamente 15.000
organizaciones que lo conforman, una vez que consigan organizarse y generar simetrías de
información entre ellas, crearían potentes mercados donde el uso de monedas sociales viabilice
12 Ver en Poder 360 (2011) un análisis comparativo de devaluación del Real brasileño en comparación con la devaluación de otras monedas.
13 Según el Observatorio Regional de Planicación para el Desarrollo (2021), los GAD son “instituciones que conforman la organización territorial
del Estado Ecuatoriano y están regulados por la Constitución de la República del Ecuador (Art. 238-241) y el Código Orgánico de Organización Territorial,
Autonomías y Descentralización (COOTAD)”, y cuentan con autonomía política, nanciera y administrativa. Los GAD se clasican en: GAD regionales, provin-
ciales, cantonales y parroquiales.
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Cómo citar este artículo:
Oñate, C., & Aucancela, J. (Enero - Junio de 2022). Monedas sociales en la economía ecuatoriana: fundamentos y análisis de su pertinencia en el contexto actual. Sathiri (18)1, 25-44.
https://doi.org/10.32645/13906925.1189
transacciones que actualmente no se estén generando, ya sea por la falta de liquidez del dólar
o por otros motivos socioeconómicos. Estas acciones podrían tener mayor éxito si las entidades
del Sector Financiero Popular y Solidario interviniesen de forma armónica en los procesos de
circulación de las monedas complementarias, considerando que existen más de 500 organizaciones
(especialmente cooperativas de ahorro y crédito) que operan a lo largo y ancho del país, y que en
muchos casos tienen cercanía con los procesos de desarrollo de las localidades.
El conocimiento que disponen los GAD cantonales y especialmente parroquiales de su
población, abre la posibilidad de realizar futuras investigaciones (especialmente de campo) sobre
los benecios de implementar mecanismos de moneda social en estas jurisdicciones, una vez que
existen territorios con menor desarrollo socio-económico y menor generación de riqueza, donde
los mecanismos nancieros y monetarios tradicionales posiblemente no sean sucientes, y una
de las respuestas a estas problemáticas locales sea dinamizar la economía bajo una inyección de
liquidez con monedas complementarias.
Conclusiones
En denitiva, la moneda social en el Ecuador ha tenido avances en las modalidades actuales
de intercambio, pero limitaciones a nivel legal y político. En el contexto histórico, las pequeñas
organizaciones han encontrado alternativas como el trueque para realizar intercambios simbólicos
entre sus productos, y, al mismo tiempo, han promovido la cohesión social entre sus miembros
a partir de la reciprocidad comunitaria. Sin embargo, dicha herramienta monetaria requiere de
un análisis a mayor profundidad para ser implementada en los diferentes contextos sociales y
económicos, considerando las barreras que presentaron las udis en Sinincay, así como también el
desarrollo progresivo de las ecosimías en algunos barrios y parroquias del país.
Como se aprecia en anteriores párrafos, existen algunos factores determinantes de la
circulación de monedas locales en el Ecuador que, inciden o podrían incidir de forma positiva o
negativa para el establecimiento y crecimiento del uso de estos instrumentos populares y solidarios.
No obstante, dentro de la precaria situación de la economía ecuatoriana, especialmente luego de
los procesos de connamiento y restricciones de movilidad consecuencia de la pandemia COVID-19,
se hacen necesarias políticas económicas integrales, que más allá de ajustes macro, tengan como
objetivo mejorar las condiciones de las personas más vulnerables dentro del mercado laboral,
quienes necesitan alternativas viables para mejorar sus términos de intercambio comercial, y por
tanto satisfacer sus necesidades básicas insatisfechas.
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MONEDAS SOCIALES EN LA
ECONOMÍA ECUATORIANA:
FUNDAMENTOS Y ANÁLISIS DE SU
PERTINENCIA EN EL CONTEXTO
ACTUAL
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Oñate, C., & Aucancela, J. (Enero - Junio de 2022). Monedas sociales en la economía ecuatoriana: fundamentos y análisis de su pertinencia en el contexto actual. Sathiri (18)1, 25-44.
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