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TIERRA
Ciencia y Biodiversidad
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.Cómo citar este artículo:
Santiaviago, C., Passarini, J., Oroz, C., Yozi, M., & De León, F., (Enero – Diciembre 2022). Desigualdad social y educación superior. El caso de Uruguay. Tierra Innita (8), 241-254. https://doi.org/
10.32645/26028131.1166
Cardozo, y Pereda, 2010). Con la nalidad de elegir un término preciso se han propuesto otros,
como son los casos de abandono y desaliación. El término desaliación propuesto por Fernández
(2009) hace referencia al enfoque de Robert Castel y se dene “como una trayectoria al mundo
adulto que deja a quien la sigue en estado de vulnerabilidad social” (Fernández, 2009, p. 171).
En este sentido, dado que la educación obligatoria abarca en Uruguay hasta enseñanza media y
no la universitaria, no siempre se estaría ante un caso de vulnerabilidad social. Otra alternativa
de uso frecuente es el término abandono que presenta también sus limitaciones ya que carga la
responsabilidad sobre el estudiante con lo cual describe parcialmente este fenómeno. Por tanto,
se opta por el término desvinculación, que en la Udelar comienza a ser acuñado por el exrector
Rodrigo Arocena (Udelar, 2007) y el actual Programa de Respaldo al Aprendizaje. El término
desvinculación implica una concepción que incluye el fenómeno de forma vincular, poniendo en
juego tanto la responsabilidad del estudiante como la responsabilidad de la institución.
La preocupación sobre la desvinculación de los estudios universitarios se incrementa
con la expansión de la matrícula. La masicación es inclusiva en la medida que abre la puerta a
poblaciones que no lograban acceder, pero reproduce procesos de exclusión educativa, que son
sociales, minando el proceso de inclusión (Ezcurra, 2019).
Como señalan Boado, Custodio y Ramírez (2007), existen pocos trabajos en Uruguay que
aborden el tema de la desvinculación de estudios en la Udelar. La mayoría examina los rasgos de
las trayectorias de los estudiantes por generación y exploran las propensiones a la desvinculación.
La Udelar no cuenta con información sistematizada sobre la desvinculación, y dado que no hay
restricciones de ingreso y permanencia, la estimación de la misma con las cifras de matrícula
y egresos, presenta algunas dicultades. Una primera aproximación realizada por Boado fue a
través de las tasas de titulación, arrojando que para el período 1997-2003 la titulación era de
un 28%, mientras que el abandono y el rezago constituían el restante 72% (Boado, et al., 2007).
Estos autores también demostraron que los niveles de desvinculación no son iguales entre
áreas de conocimiento, sino que se advierte son menores en las carreras tradicionales (ligadas a
profesiones consolidadas), y son mayores en las carreras con menos consolidación en el mercado
laboral (Boado, 2011).
Retomando el rendimiento de los estudiantes al ingreso a la educación superior, Cardozo y
Antti (2015) analizan las experiencias académicas en el primer año de las carreras de los jóvenes
evaluados por las pruebas PISA 2003, y encuentran que no se evidencia variación si se toman
factores como: el sector institucional (educación pública o privada), el sexo, la clase social, la región
de procedencia y el nivel de competencias medidas por PISA (Cardozo y Antti, 2015). Sin embargo,
los autores concluyen que las experiencias de los estudiantes al ingreso a la educación superior no
son homogéneas. El trabajo mencionado plantea la importancia de los factores asociados al centro
educativo, tales como el sector, modalidad de cursado y área de la carrera, que tienen por lo menos
tanta importancia como los fenómenos sociológicos clásicos, como sexo o clase social de origen
(Cardozo y Antti, 2015). En lo que respecta al efecto de las experiencias sociales y académicas en
la persistencia al cabo del primer año de educación superior, Fernández y Cardozo (2014) señalan
que estas evidenciaron ser positivas. Más exactamente las dimensiones del “student engagement”
tienen efectos en la persistencia educativa.
Los antecedentes académicos previos y los rendimientos en ese nivel constituyen otros
de los determinantes en la permanencia en la educación superior. Dentro de esta perspectiva
encontramos los aportes de Latiesa (1992) que inspirada en Raymond Boudon se centró en
los determinantes psicosociales. A nivel micro, Latiesa señaló que primero el abandono es un
resultado del rendimiento académico del estudiante y que los antecedentes académicos son los
mejores predictores. Los antecedentes de Latiesa guardan relación con lo hallado por Boado
et al., (2007) para la Udelar, que encontraron que los estudiantes que provienen de educación
privada de la capital del país (Montevideo) son los que registran un menor abandono. Además,